Conmemora
la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en
la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. La primera convocatoria
tuvo lugar en 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza extendiéndose su
conmemoración, desde entonces, a numerosos países. En 1977 la Asamblea General
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 8 de marzo como Día
Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
Muy a
menudo escuchamos en las noticias que una mujer ha muerto a manos de su pareja,
marido o incluso después de haber roto la relación. Tan habitual empieza a ser
la emisión de este tipo de información que ya casi ni nos sorprendemos. Quizá
pensemos que no podemos hacer nada al respecto, pero no es así cada uno de
nosotros puede aportar su granito de arena para acabar con la violencia de
género. No podemos permitir que nadie intente desvalorizarnos ni que traten de
empequeñecernos porque aquellos que lo hacen solo tratan de reducirnos a su
tamaño.
En
cuestión de religión todos sabemos que hoy en pleno siglo XXI sigue existiendo
esa exclusión a la mujer considerándola inferior relacionadas con ciertas
creencias. No hace falta irse a países lejanos, aquí mismo podemos encontrar a
muchas mujeres que pasean o llevan a sus hijos al colegio y visten como se las
permite, sin descubrir apenas el rostro cubiertas por un velo, y mucho menos
los tobillos o muñecas. Tan respetable es una religión como otra, pero
personalmente creo que debería permanecer independiente cierto tipo de
creencias con el trato que se tiene a la mujer. Para mi llevar velo, burka o
cualquier otra prenda que me impida mostrarme al mundo como soy me parece
opresión de mi libertad, encarcelamiento de mis pensamientos, de mis derechos,
de lo que realmente soy.
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